10 maneras de acabar con una relación (guía para saber qué no hacer en el amor)

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“Los cuatro jinetes del Apocalipsis”. Este es el nombre que el célebre profesor de psicología John Gottman otorgó a las actitudes que dan lugar a la mayor parte de conflictos dentro de un matrimonio. Gottman es uno de los investigadores más célebres de las relaciones de pareja, después de que propusiese un modelo cuyo objetivo era predecir las posibilidades de divorcio o éxito de una relación, recogido en Siete reglas de oro para vivir en pareja: un estudio exhaustivo sobre las relaciones y la convivencia (DeBolsillo). Aunque posteriormente haya sido revisado por otros estudiosos, sigue utilizándose como guía para saber qué hacer y no hacer en el amor.

Entre estas actitudes que daban al traste con la mayor parte de las relaciones se encontraban la crítica destructiva, ponerse a la defensiva, el desprecio y la actitud evasiva. Estas actitudes a su vez se traducen en comportamientos muy habituales en la vida de pareja. Se presentan aquí algunos ejemplos de las situaciones más frecuentes y al mismo tiempo más letales en la convivencia amorosa.

 

1.- Sacar a relucir los trapos sucios

Agua pasada no mueve molino, que se dice. Echar en cara a nuestra pareja algo que realizó en el pasado no conseguirá más que enfurecerla, puesto que si no se le dijo nada en su momento, poco sentido tiene recordarlo tiempo después, cuando ya no tiene solución. Lo único que pensará tu pareja en ese momento es que está conviviendo con una persona rencorosa, vengativa e hipócrita de la que es imposible conocer sus auténticas opiniones. Además, en lo consecutivo, se sentirá insegura respecto a nuestra actitud: ¿estará haciéndolo todo bien, o se habrá equivocado en algo que en un futuro se le echará en cara?

 

2.- Criticar a tu pareja en público

Los conflictos necesitan ser solucionados de forma directa y privada. Poca ayuda proporciona lanzar continuas indirectas referidas a las actitudes de nuestra pareja delante de terceras personas, incómodos testigos de un cruce de acusaciones que aunque en muchas ocasiones se disfracen de jocosa ironía, no hace más que sacar a relucir ante los demás las fallas de nuestra relación. Como factor agravante, hacerlo delante de la propia familia hará que tu pareja se sienta en una encerrona consentida y aceptada por toda su familia política.

 

3.- Olvidar las fechas importantes

Cumpleaños, aniversarios, ese día especial que tu pareja te ha pedido que reserves… No son tantos días al año como para permitirte ignorarlos recurrentemente. Aunque circunstancialmente uno pueda pasar por alto una de estas onomásticas –nunca jamás el cumpleaños, claro–, hacerlo de manera repetida sólo le hará sospechar a tu compañero el poco interés que muestras en él. Más, teniendo en cuenta la cantidad de herramientas de organización con las que contamos hoy en día, de los móviles último modelo a las agendas electrónicas. Recuerda, además, que todas estas fechas no cambian de año en año: en 2013, San Valentín y el cumpleaños de tu mujer se seguirán celebrando el mismo día.

 

4.- No reconocer los éxitos de tu pareja

Especialmente, si te gusta enorgullecerte de tus propios logros. Es altamente probable que seas la primera persona a la que tu pareja haga llegar la noticia de una subida de sueldo, un nuevo trabajo o un ascenso en la empresa. Por ello, despachar rápidamente a tu pareja o mostrar poco entusiasmo cuando te comunica dicha buena nueva la hará sentirse mal. Y, probablemente, tendrá que buscar refuerzo positivo en otro contexto, como puede ser el de sus amigos (incluidos los del sexo contrario), lo que provoca un grave peligro: que esa otra persona responda de manera mucho más positiva a las buenas noticias que tú. Crisis asegurada.

 

5.- Proponerle actividades que no le gustan

Si a tu pareja no le gusta ir al fútbol los domingos, quizá insistir en ello un fin de semana tras otro no vaya a conseguir que el deporte rey le termine conquistando sino, más bien, que lo aborrezca. Debemos recordar que no podemos compartir todas nuestras aficiones con nuestra pareja. No está mal intentarlo –al fin y al cabo, como asegura un estudio de la Universidad de Denver, compartir aficiones es una de las claves para el éxito matrimonial–, pero debemos darnos por vencidos si vemos que en lugar de avanzar, retrocedemos. Algo semejante ocurre con determinados amigos. Aunque a nosotros nos parezca que todos son maravillosos, no todas las personalidades encajan, y quedar continuamente con esas personas que nuestra mujer o esposo aborrece quizá no sea la manera adecuada de planear nuestros fines de semana.

 

6.- Criticar a tu pareja a través de tus hijos

“No seas como tu padre”, “eso no lo puede haber sacado de mí” y demás lugares comunes frecuentemente pronunciados en voz alta frente a los propios hijos constituyen uno de los caminos más cortos hacia la desconfianza marital. En primer lugar, porque como ocurría con las críticas frente a los amigos, traslada a terceras personas la responsabilidad de manifestarse ante una pelea que no les compete. Y en segundo lugar, porque dichas personas son nuestros propios retoños, que se convierten en el campo de batalla donde tienen lugar las peleas de sus padres, que deberían ser modelos de imitación a seguir, no figuras criticadas continuamente por su cónyuge. Si existe algún problema, debe resolverse en privado.

 

7.- Meterte con su apariencia

Existen dos variantes: señalar lo que siempre ha sido así y difícilmente podrá cambiar (“qué bajita eres”, “qué poco pelo te queda”), o recordar a tu pareja que está ganando peso o echándose a perder. Ambas cosas son profundamente negativas para la relación. La primera porque hará sentirse impotente a la persona criticada y que, haga lo que haga, ya no podrá resultar atractiva a su contrario. La segunda, porque se sentirá insultada al sugerir que no se cuida lo suficiente. En un caso u otro, estás perdido.

 

8.- Recordarle continuamente que no es cariñoso/a

No todo el mundo expresa el amor de la misma manera, por lo que no podemos esperar que una persona que no es particularmente expresiva cambie su forma de comportarse hacia nosotros de la noche a la mañana. De igual manera, esto se puede extrapolar a otras situaciones de la vida en común. Es poco probable que si nuestra pareja no se siente impelida a realizar espontáneamente un acto romántico o una muestra de cariño, lo haga sólo porque le hemos recordado que debería comportarse de dicha manera. O, peor aún, puede que lo haga, pero de forma completamente falsa.

 

9.- Ignorar los consejos y peticiones de tu pareja

A las personas no sólo les gusta que las escuchen, sino también que sus palabras tengan algún efecto si eso es lo que persiguen. Es uno de los pilares de la confianza en una pareja: si no podemos conseguir que se nos haga caso, tarde o temprano terminaremos dándolo por imposible. Y, en ese caso, ¿para qué volver a hablar con nuestra pareja si nuestras palabras entran por un oído y salen por otro? Debemos proporcionar alguna clase de retroalimentación si se nos intenta ayudar. Y si se nos pide algo (comprar determinado producto, por ejemplo), hacer el recado no significa que nos hayamos convertido en esclavos, sino que somos dignos de confianza.

 

10.- No dejar que tu pareja tome ninguna decisión

Hay mucha gente a la que le gusta que le den los planes hechos, todos lo sabemos. Pero incluso a ellos les gusta de vez en cuando ser capaces de decidir sobre los planes de vacaciones, el menú de la semana o el futuro de sus hijos. Aunque nos guste tener la iniciativa y se nos ceda habitualmente, es preferible que las decisiones sean consensuadas (o al menos lo parezcan) y se deje un pequeño espacio para las propuestas de nuestro compañero, a las que no debemos responder con continuas preguntas llenas de desconfianza como “¿pero estás seguro de que quieres hacer eso?” Puede que, quién sabe, incluso nos lleguen a parecer interesantes.

 

* Este artículo es meramente informativo y en ningún caso sustituye a la evaluación ni el asesoramiento profesional

 

Fuente: elconfidencial.com

 


 

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