Como cada septiembre, los colegios vuelven a abrirse y un nuevo curso escolar da comienzo. Aunque sea nuestra principal herramienta de socialización, todos sabemos que la mayor parte de aprendizajes que se producen durante nuestra vida no se deben a lo aprendido en las instituciones educativas, sino que tenemos que llegar a ellos por nosotros mismos. En muchos casos, equivocándonos una y otra vez. Algunos de estos errores son naturales y forman parte de esos golpes que debemos llevarnos para mejorar; otros son irremediables y cuando nos damos cuenta de que los hemos cometido, ya es demasiado tarde para remediarlo, por lo que bien merece la pena mantenerse alerta ante ellos.
Un concienzudo estudio realizado en 2009 se propuso encontrar cuáles son los arrepentimientos más frecuentes entre los adultos, y los resultados fueron recogidos en If Only: How to Turn Regret Into Opportunity, editado por el doctor Neal Roese. La mayor parte de estas oportunidades perdidas que se citan en el título se refieren a aquello que los encuestados habían dejado de hacer, pero proporcionan una interesante pista sobre cuáles son aquellos campos en los que se producen más frustraciones cuando se llega a la vejez. En una línea semejante se encuentra el célebre trabajo del psiquiatra Gordon Livingston Too Soon Old, Too Late Smart: 30 True Things to Learn Before You Die, en el que recuerda que ha pasado “treinta años escuchando los lamentos de los demás”. A continuación, presentamos algunas de las ideas que los psicólogos sacaron en claro.
–La educación financiera es necesaria. Comprar lo que se necesita, y el resto, guardarlo en el banco. La mayor parte de la población –y España es una de las muestras más evidentes de ello– carece de una formación apropiada en lo que concierne a los temas económicos, y esta sólo se adquiere, en muchos casos, a través de la propia experiencia (muchas veces, negativa) y de manera intuitiva, no sistemática. En definitiva, gozar de los conocimientos necesarios es requisito imprescindible para comprender esa letra pequeña que tantos quebraderos de cabeza nos puede dar en un futuro.
–Todos nos sentimos atraídos por los extraños. Uno de los puntos que señalaba el doctor Livingstone en su ensayo y que recuerda que estamos inclinados a considerar que el césped de la casa de al lado es más verde que el nuestro. No se trata simplemente de una expresión de la envidia, esa debilidad tan humana, sino que también recuerda que somos víctimas fáciles de las sugerentes tentaciones que se presentan de improviso y que pueden resultar dañinas en el largo plazo, una vez muestran su auténtica cara. Dicho de otra forma, más vale malo conocido que bueno por conocer.
–Los métodos anticonceptivos son más útiles de lo que parecen. Uno de los arrepentimientos más frecuentes entre las personas mayores, señalaba el estudio, era no haber tenido hijos. Pero otro casi tan habitual es no haber dejado pasar más tiempo antes de ser padre, ya que las responsabilidades asociadas con la paternidad implican una serie de inevitables cambios en las formas de vida que no pueden recuperarse veinte años más tarde.
–Sentir atracción por alguien no es estar enamorado. Las mariposas del estómago pueden llevar a adoptar decisiones demasiado apresuradas en lo que compete a nuestra vida amorosa. Los famosos pueden casarse en cuestión de meses porque, al fin y al cabo, tienen el dinero necesario para divorciarse sin grandes repercusiones económicas: es un capricho más. Lamentablemente, el resto de los mortales no podemos disponer de las mismas ventajas, por lo que ese bonito “seguir a nuestro corazón” –que muchas veces debería referirse a otro tipo de órganos– se traduce en un “divorciarse a los cinco años”, cuando comenzamos a descubrir los puntos negativos de la hasta entonces perfecta pareja. Es difícil, pero hay que mantener la cabeza fría y pensárselo un par de veces antes de adoptar una decisión cuyas consecuencias durarán toda la vida.
–Un paso atrás puede acercarnos más a nuestra meta que uno en la dirección equivocada. Gran parte de los remordimientos más frecuentes en la edad adulta están relacionados con las malas elecciones laborales. En especial, con no haber sido capaz de rechazar una sustanciosa oferta de trabajo aunque esta no fuese la deseada por el trabajador, algo que suele conducir a pasar décadas ocupado en una labor cuya única motivación es la económica. Así pues, señala el estudio, elegir lo más pragmático no tiene por qué ser a largo plazo lo más aconsejable.
–Los títulos universitarios sí que sirven para algo. A pesar de que la crisis económica haya puesto en tela de juicio más que nunca la utilidad de los títulos académicos, especialmente las licenciaturas universitarias, muchos de los trabajadores que ingresaron exitosamente al mercado laboral a los dieciséis o dieciocho años se encuentran décadas más tarde con que les resulta imposible dar el salto final por la ausencia de una titulación superior, en un momento de la vida en el que es mucho más complicado retornar a la Universidad. Además, la educación saludable: como diversas investigaciones han demostrado –por ejemplo, la realizada por David M. Cutler y Adriana Lleras-Muney–, las personas con mayor formación se muestran menos propensas a las enfermedades, tanto físicas como mentales.
–Los opuestos se atraen, pero conviven muy mal. En las primeras etapas de una relación, es relativamente normal que las personalidades divergentes se complementen de manera satisfactoria y ofrezcan todo un mundo por explorar a la otra persona. Pero, como se ha apuntado en multitud de ocasiones, los factores que hacen que una relación funcione a largo plazo son muy diferentes a los que la hicieron arrancar y, por lo tanto, es aconsejable que se comparta un mismo sistema de valores, visiones sobre el mundo y creencias.
–Dejar las cosas para mañana sólo hace que al día siguiente tengamos el doble de trabajo. No hace falta una gran experiencia personal para averiguarlo, pero cuando llegamos a los sesenta años con una gran cantidad de proyectos, metas y sueños por cumplir, nos daremos cuenta de que quizá habría sido preferible comenzar a dar pequeños pasos antes que tener que renunciar para siempre a lo deseado.
–Decir “no pasa nada, está todo olvidado” es simplemente una frase hecha. El ser humano carece de los mecanismos cerebrales necesarios para olvidar de manera espontánea un acontecimiento pasado, especialmente si ´éste ha sido traumático o molesto (salvo que vivamos en la película Men In Black, claro). Por lo que a veces resulta aconsejable desconfiar de un gran número de los bien intencionados perdones que se nos dispensan, que muchas veces no son más que el comienzo de una sucesión de inesperadas puñaladas por la espalda.
–La infidelidad está menos aceptada socialmente de lo que nos gustaría pensar. Aunque el flirteo, las fantasías y mantener diferentes relaciones con el otro sexo no sea algo negativo de por sí, dar el paso definitivo a la infidelidad sigue siendo la causa más frecuente de divorcio. En España, concretamente, supone alrededor de la mitad de los casos. Es algo que ocurre de manera espontánea y que raramente se puede encubrir si se intenta mantener a largo plazo: el mito de la invencibilidad de gran parte de los infieles viene a ser desmentido por la moraleja que señala que no existe el crimen perfecto.
–El ejercicio físico es importante, incluso a los veinte años. La mayor parte de la población comienza a darse cuenta de lo relevante del esfuerzo a partir de los cincuenta, cuando los achaques físicos comienzan a hacer acto de presencia. Un momento en el que, en muchos casos, ya es demasiado tarde para solucionar todo lo que ha sufrido nuestro cuerpo en las décadas anteriores. Así que, en la medida de lo posible, un esfuerzo en nuestra juventud nos ahorrará muchos dolores (de rodilla) en el futuro.
–Todos morimos. El sentimiento de nuestra mortalidad no aparece hasta la madurez que acompaña la adolescencia, pero las preocupaciones cotidianas suelen llevarnos a olvidar que las manillas del reloj siguen moviéndose cada día que pasa. Así que es mejor ponerse a alcanzar nuestros objetivos desde ya y no esperar a que sea demasiado tarde; al fin y al cabo, el arrepentimiento más habitual se refiere a aquello que no hemos hecho. Como decía la canción, “disfruta mientras puedas, es más tarde de lo que piensas”.
Fuente: El Confidencial